Soy de ese tipo de chicas que dan
importancia hasta las cosas más simples, de las que se preocupan por
todo y es imposible pasar, de las que se hunden en sus propias
lágrimas a la mínima. Muchas veces digo que no me lastima decir
adiós y despedirme de una persona para siempre pero se que cuando lo
hago el mundo se me viene encima, porque lo jodido de las despedidas
es que no sabes si volverás a ver a esa persona. No puedo decir que
ya no me importas, porque no es así.
Estoy girando, me siento perdida como
si jamás fuese a conocer de cerca a lo que llamamos felicidad, yo
nunca he sido feliz. Eres feliz cuando te sientes libre, no cuando
miles de razones te atan para siempre a una persona. Eres libre
cuando decides hacer lo que te venga en gana sin tener en
consideración a los demás que están a tu alrededor. Eso es ser
libre, y yo no lo soy.
A veces pierdo el control, pierdo el
rumbo y hasta me pregunto a mi misma que que está pasando, porque
estoy así, en qué me estoy convirtiendo, aunque nunca lo digo, así
es como me siento.
Te aseguro que nunca me vas a ver
llorar, ante todo tengo que demostrar que sin ti soy feliz, llego a
preguntarme por que tengo que demostrar a todo el mundo que soy feliz
cuando en realidad no lo soy, es difícil hayar la respuesta, supongo
que será puro orgullo, algo que todos tenemos, o alomejor no quiero
que nadie me ayude ni que nadie se preocupe por mí, mis marrones son
míos y me los comeré yo solita.
Soy de ese tipo de chicas que se hacen
la fuerte y la dura, de las que siempre están bien y nunca lloran
delante de la gente, aunque no pueda evitar que me brillen los ojos y
al mínimo golpe la cascada cae por si sola, pero lo intento evitar
por todos los medios posibles. Soy así, es mi forma de ser, buena o
mala no se puede cambiar.
Sientes que lo tienes todo pero en
realidad el “todo” es esa persona que un día perdiste.
Y déjame decirte algo, nunca he sido tan feliz como lo he sido contigo.
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